jueves, 29 de agosto de 2013

LAS COLONIAS CLARA


                                                                                 José Lieberman, autor de "TIERRA SOÑADA"

"La denominación genérica de Colonias Clara agrupa a una serie de aldeas fundadas por la Empresa Colonizadora Jewish Colonization Association (J.C.A) -dice J. Lieberman en uno de los capítulos de su obra Tierra Soñadaentre las que se encuentran: Achiras, Barón Guinzbourg, Barón Hirsch, Barreros, Carlos Calvo, Carmel, Desparramados, Eben Haroscha, Espíndola, Feinberg, Hambis, Jurado, Judith, Kiriat Arba, Leven, Miguel, Perlisa, Rajil, Rosh Pinah, Sagastume, San Vicente, Sonnenfeld  (San Gregorio), Vélez, etc., etc.
Cerca de mil familias vivieron, labrando con pasión sus parcelas de tierra, en las numerosas aldeas que conformaban la Colonia Clara. 
La tremenda dureza de los primeros años, ni las interminables dificultades posteriores no pudieron remover de sus campos a aquellos noveles agricultores.
La mayoría de esas colonias están ubicadas en el departamento Villaguay, y otras en los departamentos de Concepción del Uruguay y Colón de la Provincia de Entre Ríos. Las estaciones ferroviarias cercanas a las Colonias Clara eran: Las Moscas, Domínguez, Villaguay, Clara, Jubileo, y San Salvador. Lamentablemente el trazado ferroviario no pasó por La Capilla y otros poblados. (Posteriormente, al tenderse los rieles desde San Salvador a Concepción del Uruguay, se edificaron las estaciones:  Pronunciamiento, La Clarita, San José, 1° de Mayo, Villa Elisa).   

El nombre de Colonias Clara es un merecido homenaje a la baronesa Clara Bischofsheim de Hirsch, mujer inteligente y activa colaboradora en la tarea de colonización emprendida por su esposo Mauricio de Hirsch, fallecido en 1894 sin que alcanzara a ver los resultados de su generosidad. 
Su bondadosa esposa, ya viuda, entregó la mayor parte de su fortuna para continuar el inconmensurable emprendimiento iniciado por el barón de Hirsch. 
La historia debiera considerarla como una de las mujeres más extraordinarias de los tiempos contemporáneos.
La Colonia Clara se fundó en tierras compradas por la J.C.A. en 1892 y son, con algunas pocas excepciones, de aceptable calidad. 
En esas mismas tierras fracasó un intento de colonización agraria emprendido años antes por la Empresa Colonizadora la Agrícola.
Los inevitables altibajos de la producción inicial produjeron variaciones en la demografía colonial. 
El fracaso de las cosechas del año 1900, hizo que algunos colonos abandonaran sus campos, iniciándose así un éxodo que redujo algo la población rural. No obstante ello, en ese año el número de colonos llegaba a 500.
Después hubo otros momentos difíciles provocados por invasiones de langostas, excesos de lluvias, sequías prolongadas, baja en los precios del ganado y otros factores negativos que gravitaron sobre los agricultores.
Para estimularlos, la entidad colonizadora les duplicó y hasta triplicó el tamaño de las parcelas adjudicadas que, inicialmente eran de 50 hectáreas y les condonó sus deudas. Esa sabia decisión fue factor determinante para llevar adelante el estado general de las colonias.
En Domínguez, la más histórica de las poblaciones de origen rural, con su particular trazado de sus calles bordeadas de árboles, funcionaba la sede del Fondo Comunal, entidad básica del cooperativismo agrario que contaba con socios de distintos credos religiosos y condición social. Esa entidad, representativa del espíritu de los agricultores y de una economía orientada hacia la afirmación de la agricultura recuperando tierras incultivables por boscosas o anegadizas, actuaba como consejera e intermediaria de la J.C.A. resolviendo dificultades y asesorando a los agricultores para que no aren los terrenos en declive en dirección paralela a las laderas, porque los surcos arrastraban las nutrientes que la naturaleza acumuló en siglos. Ese lavaje continuo originaba la pérdida de los mejores elementos que dan fertilidad al suelo y mayor capacidad receptiva de ganado. 
Al arar en sentido perpendicular al declive, cada surco retiene el agua de lluvia permitiendo su lenta filtración a las capas inferiores del suelo desde donde, por capilaridad, asciende para nutrir las plantas.
Las típicas lomadas formaron cañadones en los bajíos por los que las aguas de lluvia corrían hacia los ríos. 
Cuando no existían los molinos de viento, los agricultores que no tenían aguadas permanentes en sus predios, construyeron pequeños diques o tajamares en las partes más profundas del cauce de esos cañadones para juntar el agua de lluvia con la que abastecían las necesidades propias del hogar.
Sobre una extensión de 82.413 hectáreas de tierras humíferas areno arcillosas, regadas por numerosos arroyos afluentes de los ríos Gualeguay, Uruguay y Villaguay, se extendía la colonia Rosh Pinah, la más antigua y la más prestigiosa de Entre Ríos. Aún hoy, después de tantos años, quedan restos del primer gran tajamar construido sobre el cañadón central de la colonia. En él trabajaron denodadamente todos los hombres, mujeres y niños de la colonia. Aquel dique fue una verdadera mole levantada con el esfuerzo común que llegó a contener masas impresionantes de agua que parecía un lago.
En 1952 se recuperaron más de mil hectáreas que se distribuyeron entre los colonos más antiguos aumentando la superficie de sus chacras".  
La Colonia Clara fue foco cultural del judaísmo argentino. En todas sus aldeas tenían bibliotecas populares, escuelas, consorcios camineros, etc., etc.
En los pueblos cercanos había centros sociales y deportivos, comercios, etc. 
Las bibliotecas contaban con salones en los que disertaban conferencistas y se debatía al estilo de los cafés parisinos. Esa movida cultural hizo surgir figuras que se destacaron en distintas disciplinas artísticas y en la política. 
 El centro urbano más antiguo de esa colonización fue Domínguez. 
Desde allí partieron la gran mayoría de los contingentes colonizadores.       
Domínguez contaba con estación de ferrocarril, municipalidad, oficina de correos y telégrafo, hospital, farmacia, biblioteca, salón para fiestas, plazas, escuela primaria completa, comercios, cooperativa agraria, elevador de granos, grandes galpones acopiadores de cereales y oleaginosos. 
En la década de 1980 se hizo realidad lo que para muchos no era más que una utopía gestada en el Directorio de la Cooperativa Fondo Comunal de Villa Domínguez, con sucursales en distintos pueblos: "instalar una planta elaboradora de aceite de lino".

                                                                         * 

En una de sus disertaciones José Lieberman evocó a los chacareros con estas palabras:

  - "Vienen a mi memoria la historia de los primeros surcos abiertos por los pioneros en los más alejados rincones de esta generosa tierra argentina.
Así se veían, año tras año las melgas trazadas por nuestros labriegos en la inconmensurable y solitaria pampa argentina.
Esos labriegos uncieron a sus yugos los bueyes chúcaros y perseveraron hasta hundir las rejas de sus arados primitivos en los suelos vírgenes.
Descalzos o con alpargatas humedecidas por el rocío de madrugadas frías y neblinosos siguieron a pie el surco tras el arado que transformaba esa dura tierra en campos labrados listos para recibir los granos de oro.
Muchos de esos pioneros, llegados de lejanas tierras, encontraron aquí la libertad que los redimió de una ancestral esclavitud, aquí gozaron de la generosidad de las leyes argentinas y de su naturaleza virgen donde sus oídos oyeron la música soñada, la del gemido de la tierra cuando la reja filosa del arado abrió el surco en sus entrañas y el zumbido de las segadoras al cortar los tallos que sostenían los granos maduros de una cosecha feliz.
Es lamentable que no haya tenido mayor trascendencia la historia de aquellos hombres temerarios que se internaron en parajes solitarios estableciéndose en ranchos con paredes de adobe y techos de paja porque esa es la historia de quienes iniciaron la actividad agraria en la Argentina. Sólo ocasionalmente se han publicado trabajos relacionados con los albores de nuestra colonización agraria, pero poco se ha dicho de aquellos conquistadores pacíficos, que en la mística soledad de la pampa, trazaron los primeros surcos con arados primitivos, muy poco se ha dicho de sus esperanzas y anhelos, de sus esfuerzos y sacrificios que alentaron sus difíciles días iniciales, de su inquebrantable tenacidad en la lucha contra las adversidades, de la valentía de sus mujeres y de sus niños... todo eso merecería la biografía de cada uno de ellos porque la verdadera historia de los surcos argentinos, la historia abierta por la reja, la historia adornada y embellecida con la blancura de las gaviotas inquietas y voraces, la de sus pioneros que ya duermen su sueño eterno en los humildes camposantos de las aldeas, de la fe que aquellos forjadores depositaron en ésta, su Patria Nueva y en la hospitalidad de sus leyes, esa historia, aún no la tenemos escrita".

                                                                         * * *                       oscarpascaner.blogspot.com                             

                                                                                                                    
        

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