martes, 27 de marzo de 2012

DECEPCIÓN DE LOEWENTHAL

DECEPCIÓN DE LOEWENTHAL                                                                                             
basado en la obra de Lázaro Schallman

Willhelm Loewenthal permaneció en el campamento provisorio de la futura Colonia Mauricio investigando denuncias de supuestas irregularidades cometidas por el administrador de ese grupo en complicidad con una camarilla de adeptos. 
Después de una minuciosa revisión de los registros contables, que corroboraron las denuncias, Loewenthal convocó a reunirse frente a la oficina instalada en la vivienda del ex propietario de esas tierras. 
  - Este telegrama del barón de Hirsch expresa sus condolencias a los familiares de los fallecidos a consecuencia del tornado. -dijo Loewenthal manteniéndolo en alto- Anuncia que ya contrató un médico que se radicará en esta colonia.
Se tomó una pausa como para disociar el otro tema que debía abordar.
  - Hay algo que debo comunicarles: el administrador de este grupo ha malversado parte del dinero destinado a vuestra subsistencia, motivo por el que lo he depuesto.
Despu´ss de decir estas palabras Loewenthal regresó al interior de la vivienda.
Desde allí escuchó gritos provenientes desde el exterior pidiendo la reposición en su cargo del administrador desplazado y amenazas de muerte si no lo hacía.
Indignado salió a enfrentar a los ocho o diez exaltados. Loewenthal clavó su dura mirada en uno a uno de ellos.   
   - ¡Shená Israel! (Oye Israel) -les gritó con toda su voz. 
La camarilla de alborotadores quedó petrificada. Esas dos palabras intimidan a los judíos, aún los más ignorantes no ignoran que fueron dichas en momentos trágicos que vivió ese pueblo.
  - ¡No temo a vuestras amenazas de muerte! ¡Los judíos no son asesinos! Olviden las amarguras sufridas por la barbarie zarista. Ahora se encuentran en un país libre en el que vivirán en paz. Ustedes son la vanguardia de las huestes que concretarán el gran ideal del barón de Hirsch. Para hacerlo realidad me alejé de mi esposa y de mis hijos, de mis amigos y de mi carrera científica, por considerar que era la mejor manera de emplear los pocos años de vida que me restan.  ¿Qué recibo a cambio? ¡Que un grupito de adeptos a un ladrón me amenace de muerte! Me decepcionaron. Ya no cuenten con mi ayuda.   ¡Ahora, pídansela a su Dios!  
    
Loewenthal dejó su cargo de delegado en la Empresa Colonizadora y viajó a París para reunirse con su esposa y sus dos hijos.
Su presentimiento acerca de los pocos años de vida que le quedaban, se cumplió. Falleció poco después, a los 42 años de edad.
Tampoco el barón Mauricio de Hirsch logró ver su filantrópica obra. Falleció en 1894 cuando estaba listo en Bruselas el barco que adquirió para viajar a la Argentina acompañado por los cien mejores periodistas europeos para visitar las colonias fundadas por su Empresa y ver que los judíos también son aptos para labrar la tierra cuando las leyes restrictivas no les impidan trabajar.
Esos afamados periodistas harían saber al mundo que la versión zarista sobre la ineptitud de los judíos para cultivar la tierra ú otros trabajos, era otra de las burdas mentiras para ocultar las opresiones a las que sometían a las etnias minoritarias.

                                                                                   * * *                             oscarpascaner.blogspot.com

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