VISITA DEL Gdor (repetido)
VISITA DEL GOBERNADOR
por Lázaro Schallman
por Lázaro Schallman
El Gobernador de la Provincia de Entre Ríos,
Dr Miguel Laurencena; su Ministro de Gobierno Dr Antonio Sagarna; el
Comandante de la 3ª División Militar General Isaac Oliveira César; el Director
de la Enseñanza Profesor Alfredo Villa Alba e importante comitiva
visitaron las Colonias Lucienville el día 5 de noviembre de 1917.
Gratamente impresionados por lo que vieron decidieron extender la gira y conocer otras colonias instaladas por la Empresa Colonizadora del barón de Hirsch.
La visita programada por un día se extendió hasta el 10 de noviembre.
Gratamente impresionados por lo que vieron decidieron extender la gira y conocer otras colonias instaladas por la Empresa Colonizadora del barón de Hirsch.
La visita programada por un día se extendió hasta el 10 de noviembre.
En
actos celebrados en Basavilbaso y Domínguez pronunció el siguiente discurso:
“El Gobierno de Entre Ríos realiza, con esta excursión uno de sus más firmes anhelos, una persistente, casi obsesiva preocupación: conocer directamente y en sus variados aspectos este interesantísimo fenómeno económico, político, religioso, educacional y social argentino, particularmente entrerriano, que gravita sobre 193.731 hectáreas del territorio de la provincia y sobre casi 11.000 habitantes que, al amparo de las instituciones libres, cultivan la tierra, hacen agricultura y ganadería y las manufacturas derivadas.
Han constituído siete centros semi urbanos y sesenta colonias.
Aprenden y enseñan nobles principios de trabajo, de moral y de Patria en 37
escuelas. Fomentan y hacen prosperar valiosas instituciones de solidaridad
económica y social, perfeccionan la técnica productiva con el consiguiente
progreso y elevación de conciencia de los trabajadores. Dan soldados a la
Patria para bien defender su hogar, su libertad plena y su felicidad.
Hogar, libertad y felicidad de todos los que viven y trabajan bajo el
sol glorioso de Mayo.
El
Gobierno de Entre Ríos garantiza a los judíos de esta provincia el ejercicio de
sus derechos de trabajo, de conciencia, de costumbres y de acción cultural sin
que los repliegues de una mal entendida política se oculte la más ligera de
esas prevenciones de raza o de culto con que la injusticia de siglos castigó a
un pueblo dotado de las más grandes virtudes que hayan florecido sobre la
tierra. No quiere este gobierno agitar una bandera sectaria ante las colonias
hebreas, no viene a halagarlos con una clarinada de sionismo trasnochado; al
contrario, viene a decirles que la Tierra Prometida está aquí, que aquí gozan
de todas las prerrogativas inherentes a su calidad de humanos que pueden
participar de todas las contingencias políticas y civiles de nuestra vida. Ya
no son extranjeros de la otra orilla, ahora son ciudadanos argentinos,
soberanos de un país cuya grandeza se finca en el heroísmo de sus libertadores,
en las sublimes concepciones humanitarias de sus próceres civiles, en la
riqueza inconmensurable de su suelo, en la generosidad con que la guerra y la
paz selló la independencia de pueblos y libertad de individuos, en la amplitud
y flexibilidad con que incorpora toda energía fecunda y austera al banquete de
sus triunfos, sin entrar a averiguar el pigmento de su epidermis, el Dios de
sus creencias, ni el arquetipo de su partido político o de su ideal estético de
un país que aspira a que todos sus habitantes piensen y obren conforme a la
sentencia de Terencio: “Nada Humano me es indiferente”.
El Gobierno
de Entre Ríos, que auspicia los movimientos cooperativistas de los colonos
judíos, que bregó para que se les considerara en igualdad de condiciones para
el auxilio oficial de semillas, que puso todo interés en la averiguación de
hechos que agraviaban la conciencia israelita, que concedió el descanso
sabatino, porque él responde a la tolerancia de cultos que garantiza nuestra
Constitución, no realizó ningún particularismo, ni procedió según normas
tendenciosas para estos colonos. El Gobierno de Entre Ríos obró en cumplimiento
del deber que le imponen las instituciones. Obró como la aguja de una catedral
gótica que marca la inspiración Eterna hacia Regiones Superiores de Identidad y
sirve para desviar las descargas de la electricidad ambiente, salvando la vida
y la labor de los que sobre la tierra cumplen su misión; de los que están en el
templo y fuera del templo, de gentiles y cristianos, de negros y blancos, de
ancianos que pagaron ya su tributo y de niños inocentes a los que no hay
derecho de envenenarles las fuentes puras del vivir.
Se ha
acusado a los judíos de inadaptables a otro género de vida que el del comercio
y de ser inasimilables por otros pueblos y naciones. Es un prejuicio más de los
tantos que oscurecen la clara visión de las cosas, aún cuando debe decirse que
la historiografía, no la historia, documenta en mucho esos errores. Se han
aducido, con pretensiones cientificistas, documentos no controlados, porque al
comprobar la tendencia hebrea hacia el comercio, se olvidó que nació como defensa
contra las persecuciones sin reposo y contra las prohibiciones seculares de
ejercer otro ramo de la actividad económica.
Se
olvida que este pueblo llegó a Egipto durante la Dinastía de los Reyes Pastores
y contribuyó en gran parte a labrar el emporio agrícola del Nilo.
Hizo
de las tierras asoleadas y duras de Palestina, verdes praderas donde corren
arroyos de leche y de miel, y hoy, han reconstruído en esas mismas tierras,
desiertas ayer, colonias en las que prosperan granjas florecientes con viñas,
olivos, almendros, naranjas y cereales.
Olvidan
que la legislación hebraica es, cual ninguna otra, previsora y justiciera por
sus consejos y mandatos para que sea la tierra el instrumento del trabajo y la
felicidad. Esa legislación impone el trabajo obligatorio. Cada siete años,
llamado el año séptimo del Sabath, debe dejarse descansar esa tierra para la
reconstitución del fertilizado de los fundos. Y esa institución del rincón de
cada parcela, que debía cultivarse para los menesterosos, que nuestra
pretenciosa caridad no ha sabido copiar. Se olvida que la noble y querida madre
patria se entecó en el siglo XVI, no por la conquista de América, sino porque
expulsó a sus moros y judíos industriosos que cultivaban sus tierras y
construían monumentos arquitectónicos, movían sus telares y fábricas y dirigían
su comercio. No es mi palabra desautorizada quien lo menciona; son Martínez
Mata, Ward, Ustáriz, Ulloa, Jovellanos y muchos otros historiadores importantes
quienes lo afirman en sus trabajos inmortales.
Una
experiencia actual y positiva, tiene en sociología, siempre más valor que una
doctrina y una tradición.
El
esfuerzo filantrópico de Mauricio de Hirsch, único en la historia, da sus
frutos en la libre América.
Los
judíos han cimentado colonias prósperas y día a día progresan en sus métodos y
su organización. El judío agricultor, ganadero y fabril, se adapta a sus
medios, es factor de cultura y democracia, y triunfa. Desmiente así a sus
detractores. Hemos visto a Lucienville, a Domínguez y a todas sus colonias
alegres, limpias, afanosas; los trigales y linares nos saludaban al pasar
agitados por una brisa saludable como testimonio de cordialidad del hospedaje.
No es
mucho que un gobierno democrático exprese su reconocimiento y les augure muchos
triunfos en la paz augusta del trabajo libre.
No
hemos venido para ocultar a nadie, ni a nosotros mismos, la verdad de lo que
vimos. Aún hay más para hacer en estas colonias: ir hacia la chacra granja,
independizarse, aumentar el seguro contra los riesgos agrícolas y elevar el
coeficiente de vida. Pero es mucho y muy bueno lo que han hecho.
El país puede contar con un gran factor de progreso en estas colonias.
El país puede contar con un gran factor de progreso en estas colonias.
He
hablado de solidaridad y cooperación.
La
Patria Argentina, donde se asientan razas, nacionalidades, credos y aptitudes
tan diversas y complejas, es el mejor campo de experimentación de esas
doctrinas.
Vosotros
contribuís aprovechando bien los beneficios de nuestra hospitalidad y de la
liberalidad no igualada de nuestras instituciones para cimentar en realidades esas
felices doctrinas que creo salvadoras.
Hemos
visitado nuestros campos, vuestras bibliotecas, vuestros hogares, templos,
instituciones cooperativas, vuestras escuelas de positiva y honda raigambre
argentinista; hemos hablado e interrogado sobre muchos asuntos a vuestros
ancianos, mujeres y hombres maduros, jóvenes y niños.
Hemos
visto la bandera de la Patria flamear por doquier y la hemos visto llevada como
trofeo sagrado por bravos jinetes en los que el ojo experto de nuestro General
ve a los tradicionales centauros de nuestra historia.
Se
nos recibía en todas partes cantando el Himno Nacional y muy sugerentes canciones
patrióticas. Hemos examinado a vuestros escolares y afirmamos que pueden
soportar todo parangón con los alumnos de las escuelas oficiales en
conocimientos de historia, geografía y agricultura nacional y regional.
Nos
vamos convencidos que cuando llegue la hora y se pase lista para defender la
Nación, los conscriptos y gauchos judíos estarán entre los primeros que dirán
presente”.
* * * oscarpascaner.blogspot.com
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