miércoles, 5 de septiembre de 2012

POETA FRUSTRADO

POETA FRUSTRADO                                                                              


Mis padres nos regalaron, a mi hermano (un año mayor) y a mí libros ilustrados a muy temprana edad para estimular el hábito de la lectura
Después nos llegaron los cuentos de Constancio Vigil y otros. Ya en la escuela primaria tuvimos acceso a su biblioteca. Mi maestra de 2do grado me sugirió leer 
La Cabaña del Tío Tom. ¡Pobres esclavos! Mis lágrimas mojaron sus páginas. 
Robinson Crusoe, La Isla del Tesoro, las obras de Emilio Salgari y Julio Verne me hicieron sentir protagonista de sus aventuras.  
Mi hermano Guillermo y yo cumplíamos años en agosto, él el día 19, yo, el 28. Para mi décimo cumpleaños y décimo primero para él, nuestros padres nos sorprendieron gratamente al obsequiarnos los veinte tomos de El Tesoro de la Juventud. 
Esa obra estaba considerada como la mejor para niños y adolescentes. Su variada temática me abrió la puerta a una diversidad de conocimientos de países exóticos, a dilucidar los ¿por qué? de la naturaleza, fábulas, cuentos para niños, fábulas y mucha, mucha poesía. 
Esa magnífica obra y la biblioteca me brindaron la posibilidad de ir conociendo a los clásicos de la literatura universal y muchos temas diversos sumamente interesantes.

Hurgando los libros de la biblioteca de mis padres dí con uno titulado: "Curiosidades literarias del idioma castello". En algún rincón de mi memoria quedó guardado un relato sobre un estudioso que dijo en voz alta:  
  - En este diccionario de la lengua castellana no está la definición de fosa nasal.
Su mujer, una pobre infeliz, de cultura muy en mengua, le dice muy feliz:
 - ¡Ese diccionario es de la lengua, búscalo en el de la nariz!
  
Otra de ellas se refería al diálogo del padre con su hijo:
  - Hijo ¿has terminado la tarea?
  - Padre, aré lo que pude…
  - No puedes decir haré lo que pude, es gramaticalmente incorrecto.
  - Es que se rompió el arado. Por eso aré lo que pude. 


Entre muchas otras curiosidades gramaticales había una frase capicúa (políndromo): 
                          EL ABAD ARROZ A LA ZORRA DÁBALE. 

                                                            *

     
         
         EL SAPITO                               Este verso de Héctor Gagliardi me "pegó fuerte".                                                                                
          El Segundo Adelantado / fue… don Pedro de Mendoza…
         lo dijo con voz gangosa / el “Sapito· abatatado…
         yo, que me había agachado / para poderle “soplar”…
         la maestra entró a gritar: / - ¡Ese niño bien sentado!


         Ya estaba arañando el cero / por no saber la lección…
         cuando su tabla de salvación / fue la entrada del portero
         que, con la maestra primero, / no sé qué habló despacito
         y se fue con el “Sapito”, / que salió más que ligero.

         Yo no sé lo que pasaba… / La maestra nos miró…
         … al rato, tosió / con algo que la ahogaba…
         en silencio se sacaba / las “mentiras” de sus dedos.
         ¡Y para colmo el recreo, / como nunca demoraba!


         Después habló suavecito, / ella que siempre gritaba,
         nos dijo que lamentaba / que a nuestro compañerito
         el Destino maldito / lo castigó con crueldad…
         ¡Había muerto la mamá / de Luis Otero, “el Sapito”!


         Como luz pensé en la mía / que siempre me reprochaba,
         que a disgustos la mataba… / de que en la calle vivía…
         ¡Yo en casa me aburría!.../ ¡No tenía con quien jugar!...
         pero… ¿podía preguntar / hasta dónde la quería!


         Aprendimos a escribir / y a copiarnos en pareja…
         Y ahora él se quedaba sin “vieja”… / ¡Cómo habría de sufrir!
         Le iba dar a elegir / la bolita que quisiera…
         aunque fuese “la lechera” / que era todo para mí!…


         Al salir, con el “pelado”, / nos fuimos de una escapada.
         Contra la puerta entornada / vi a uno de negro parado…
         ¡Me quedé amargado! / ¡Yo, al Sapito, lo quería!
         ¡Siempre juntos desde el día / que fuimos a primer grado!

          Para mi casa disparé / sin pasar por la “cortada”.
          Cuando mi vieja atareada / me iba a servir el café,
          del batón la agarré… / y aunque la hice llorar,
          con furia la entré a besar, / ¡como nunca la besé!

       
                                                              

Nuestros padres consideraban que los circos que se establecían transitoriamente en nuestro pueblo, además de la diversión nos aportaban algo cultural en sus obras de teatro, que era el espectáculo con el que terminaban cada función, no obstante lo que nos brindaban las compañías teatrales que salían en gira por el interior del país y las obras de los vocacionales habitantes del pueblo.   
Conservo maravillosos recuerdos de ellos. 
  Los circos itinerantes llevaron la cultura del teatro criollo a los pueblos y estancias de nuestro país.
Esos circos, medianos o chicos, con payasos, trapecistas, animales adiestrados, malabaristas, tiracuchillos, equilibristas, etc. finalizaban sus funciones con una representación teatral de obras emblemáticas del teatro criollo como: Juan Moreira, Hormiga Negra, El Fausto Criollo, Los Mirasoles, Un Guapo del 1900, etc.


Cuenta Arturo Jauretche, en “Pantalones cortos” que en un circo itinerante faltaba un actor para completar el elenco teatral. Los habitantes del pueblo recomendaron un personaje local con condiciones actorales.
El ensayo demostró que haría bien el papel de milico al intentar detener a aHormiga Negra.
La noticia de la contratación de ese personaje corrió de boca en boca.
La noche del debut actoral del crédito local colmó la capacidad de la carpa por el deseo de ver cómo se esempeñaba el aficionado local.
El espectáculo comenzó con los consabidos números circenses.
El público aguardaba expectante la presentación de la obra teatral.
Al levantarse el telón, el escenario representaba una pulpería en el que unos parroquianos tomaban sus copas junto al mostrador, otros jugaban a los naipes. 
El crédito local apareció con uniforme de policía portando un largo sable. Plantándose ante el matrero Hormiga Negra, le dijo con voz autoritaria:  
- Por orden del Comisario debe acompañarme a la comisaría.
Hormiga Negra dando un paso atrás enrolló su poncho en su brazo, y facón en mano, le dijo desafiante                      
- Lléveme… si puede.
        El actor local en su papel de milico sacó desenvainó el sable y avanzó hacia Hormiga Negra entablando la lucha a sable contra facón.  El público comenzó a alenta r al crédito local vitoreando su nombre. Éste, envalentonado por el estímulo de sus conocidos, desestimó el libreto que indicaba: “el milico termina apuñalado por Hormiga Negra” y entró a castigarlo duramente con sablazos a las costillas. El desgraciado actor circense que hacía el papel de Hormiga Negra, quedó tendido en el suelo malogrando la prosecución de la obra.


                                                                  * * *

EL CIRCO LLEVÓ DE PUEBLO EN PUEBLO EL TEATRO CRIOLLO 


Los circos, pequeños o medianos, después de sus números acrobáticos y malabarísticos ofrecían una obra de teatro de temática criolla.

Se cuenta que un circo, para completar el elenco contrató a un habitante de la localidad en que habían levantado su carpa.
En los ensayos de la obra Hormiga Negra en la que hacía el papel del agente de policía que intentaba detener a Hormiga Negra, demostró condiciones histriónicas.
En la noche de su actuación, al ser reconocido, el público comenzó a corear su nombre. Eso lo envaneció de tal manera que se apartó del libreto y le dio un terrible castigo con el sable, que el actor que representaba a Hormiga Negra quedó tirado en el suelo malogrando la continuidad de la obra.
  En el circo de los Podestá nació el término lunfardo “cocoliche” .
Eduardo Parise lo cuenta en un artículo publicado en Clarín.
“José Podestá, en sus memorias tituladas Medio siglo de farándula, dice que aquella definición surgió por el nombre de un trabajador calabrés integrante de su histórica y famosa compañía teatral. Ese hombre, Antonio Cuculiccio, hablaba en argentano, una cruza tan rara como el spanglish que hablan muchos latinos en los Estados Unidos.
Celestino Petray, actor del equipo de Podestá, empezó a imitarlo y creó el personaje de un italiano acriollado. Un día, frente al público, improvisó una frase que generó carcajadas. Uno de los Podestá le preguntó:
 - ¿Cómo le va amigo cocoliche, de dónde sale tan empilchado? -Petray, que montaba un caballo criollo, contestó
  - Vengue de la Petegonia con este perejiere macanuto. -Después, para reafirmar su condición de criollo, agregó- Me quiamo Francesco Cocoliche e sogo cregollo hasta lo güese de la taba e la canilla de lo caracuse.
Lejos estaba de imaginar que acababa de crear una palabra que definiría esa forma de hablar que, años más tarde sería incorporada al prestigioso Diccionario de la Real Academia definiéndola: “Jerga híbrida que hablan ciertos inmigrantes italianos mezclando su habla con el español”.
El personaje del circo de los Podestá y el cocoliche se perdieron en la niebla del tiempo. Ya casi no se usa esa jerga, salvo en alguna reposición de los sainetes que dejó Alberto Vacarezza”.

                                                                     * * *                          

     
Después, las reuniones (pseudos culturales) en una dependencia de la Biblioteca Domingo F. Sarmiento, que mi hermano y yo compartimos con otros adolescentes, que, bajo la dirección de la ilustrada doctora Clara S. de Filer y el nuevo Director de la Escuela Primara, señor Máximo Castro, influyó favorablemente en nuestro deseo de superarnos culturalmente. 
                                                                      
                                                                       * * *                         oscarpascaner.blogspot.com
    

1 comentarios:

A las 25 de septiembre de 2016, 19:39 , Blogger Unknown ha dicho...

Good

 

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