jueves, 7 de febrero de 2013

PANTALLAZO HISTÓRICO

PANTALLAZO HISTÓRICO                           Debemos conocer el pasado para entender
                                                                                el presente y proyectar el futuro.
                                                       

En la escuela primaria estudiamos la Historia Argentina en libros escritos por Grosso. En los recreos, los alumnos debatíamos esos temas porque otros autores disienten al narrar los mismos episodios. Hoy, a muchos años de aquellos debates escolares encuentro que Felipe Piña afirma que los reunidos frente al Cabildo el 25 de mayo de 1810 no usaban paraguas. La obra de Pacho O´Donell Los Héroes malditos me desdibuja la imagen de personajes ilustres. El profesor Hugo Chumbita, en su obra El origen mestizo de San Martín manifiesta que José Francisco de San Martín sería hijo de la indiecita guaraní Rosita Guarú, que servía en casa del capitán Juan de San Martín, casado con Gregoria Matorras. El marino español Diego de Alvear, que tenía a cargo la vigilancia de los territorios adyacentes al río Uruguay, solía pernoctar en casa de su subalterno Juan de San Martín.  
De la relación que habría tenido con la empleada doméstica Rosita Guarú nació José Francisco. Dado su posición social, Diego de Alvear decidió ocultar su paternidad  encomendando la crianza del niño a Juan de San Martín y su esposa. Los testimonios aportados por los más antiguos lugareños de Yapeyú y las confidencias escritas por Joaquina, hija de José María de Alvear, nieta de Diego de Alvear fortalece esa teoría. Sus escritos llegaron al genealogista argentino Diego Herrera Vegas. Con la coautoría del Profesor Hugo Chumbita publicó "Los manuscritos de Joaquina". 
La historiografía popular difunde la leyenda que Julio A. Roca asesinó aborígenes en la Campaña del Desierto. 
Julio Argentino Roca, Ministro de Guerra durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, fue encomendado para cumplir la misión dispuesta por Ley, votada por unanimidad, de llevar la frontera sur hasta el Río Negro después del malón indio que desoló el poblado de Azul y llevaron cautivas a todas las mujeres.  
El  vocablo "aborigen" significa originario de la tierra en que nació. Los indígenas trasandinos que hicieron ese malón no eran aborígenes; provenían de Chile y venían a robar ganado y malonear en estancias y pueblos. 
La Patagonia, internacionalmente, era considerada "tierra de nadie" por no tener dos habitantes por kilómetro cuadrado. Tal es así, que un francés llamado Antoine Orélie de Tournes, se autoproclamó Rey de la Patagonia y la Araucanía.  
Los aborígenes trasandinos que pasaban la cordillera para robar ganado y malonear en pueblos y estancias del territorio argentino llevándose cautiva a las mujeres.
La Zanja construida por decisión de Adolfo Alsina para impedir los malones, costosísima en dinero y en vidas de quienes la construyeron, no sirvió.
Durante la Presidencia de Domingo F. Sarmiento, aborígenes trasandinos llenaron esa zanja con millares de ovinos robados, pasaron sobre ellos, arrasaron el poblado de Azul y se llevaron cautivas a las mujeres.  
Ello llevó a hallar la forma de evitar la incursión de esos malones en territorio argentino. Diputados, Senadores y el Poder Ejecutivo aprobaron por unanimidad el proyecto de ley que dispuso fijar el Río Negro como frontera sur de la Argentina.  
Sarmiento encomendó esa tarea a su Ministro de Guerra, el General Julio A. Roca.
Éste instruyó a los Generales Rauch y Winter para que, con grupos de poco menos de 300 soldados avancen, uno por la izquierda y el otro por la derecha para embestir los asentamientos transitorios de indígenas trasandinos en nuestra Patagonia. 
Los aborígenes trasandinos enterados del avance del Ejército, escaparon  por el "camino de los chilenos" el que quedó en manos de centinelas del Ejército argentino. 
Roca fue al encuentro con sus generales y sus hombres tiempo después con uno grupo de menos de 300 hombres. Avanzó por el centro sin hallar indios trasandinos. Se reunió con Winter y Rauch en una isla del río Negro en la fecha acordada.
Según la obra "Soy Roca" del historiador Félix Luna, el General Julio A. Roca, al informar al Presidente Domingo F. Sarmiento sobre el resultado de su misión, le dijo:
- Esta campaña posibilitó incorporar la Patagonia al país sin disparar un solo tiro.
      
Los cuadernillos de Historia Argentina (*) narran episodios relacionados con esa campaña: "El elemento central del arreglo argentino chileno fue el "Tratado de Límites" firmado en 1881, -el más importante suscripto por Argentina en su vida independiente, afirma Armando Braun Menéndez- que, junto con el "Protocolo Complementario de 1893" y el "Laudo Arbitral de 1902" integran el conjunto de documentos que solucionó el delicado problema de límites entre dos países vecinos, herederos del patrimonio español, conciliando sus respectivos intereses sobre esas tierras despobladas y, hasta 1880, prácticamente desconocidas.
En efecto, en las últimas décadas del siglo XIX, los territorios del sur argentino y chileno mantenían su condición de "terra incógnita" habitada por tehuelches, araucanos, yamanas, alkalufes, etc. La cartografía europea los consideraba "res nullitus", denominación aplicada a los territorios no sometidos a la jurisdicción de ningún estado constituído como tal. Los gobiernos de Chile y Argentina no admitían dicha pretensión y echaban mano a los antecedentes hispánicos, pues desde los tiempos de Simón de Alcazaba y Pedro Sarmiento de Gamboa (siglo XVI) procuraron, infructuosamente por cierto, fundar poblaciones en el extremo sur.
En la primera mitad del siglo XIX, la Argentina sólo mantenía un enclave en el confín austral: Carmen de Patagones, sobre el río Negro. Del otro lado de los Andes, Chile no lograba imponer la autoridad estatal al sur de Bío Bío, territorio en poder de las tribus araucanas. (los bravíos araucanos rechazaron a los conquistadores españoles, regresaron 200 años después, para, con inaudita crueldad apoderarse de sus tierras).
La ocupación de los espacios vacíos del sur demandó grandes energías a los gobiernos de ambas naciones.
Opinó Carlos Escudé: - "La conquista de la Patagonia, con coraje y audacia, es la historia de uno de los mayores éxitos argentinos, aunque haya sido ocultado por la retórica de una historiografía llorona, ingenua y juridiscista ignorante de realidades del poder, fundó el nacionalismo argentino sobre la base de pérdidas imaginarias en lugar de fundarlo sobre bases mucho más sanas, hechos positivos reales".
La República de Chile, organizada rápidamente luego de su independencia, llevó la delantera en materia de dominio efectivo del sur.
La fundación de Punta Arenas sobre el Estrecho de Magallanes, es muestra de ese avance sobre el territorio austral. El gobierno de Juan Manuel de Rosas protestó por la ocupación de un área que había dependido de la sede virreinal bonaerense, reclamo que no fue respaldado por una política fuerte. La Confederación Argentina estaba desgarrada por guerras civiles y por conflictos internacionales.
Los límites meridionales de la República Argentina, en 1850, corrían por la línea de fortines de Azul y Pergamino, Melincué, La Carlota, Río Cuarto, San José de Morro (San Luis) y el sur de Mendoza.  
La relativa estabilidad que Rosas dio a la frontera terminó en 1852 con la batalla de Caseros. A partir de entonces las aterradas poblaciones blancas conocieron toda la potencia de las tribus araucanas provenientes del otro lado de los Andes y de la gente del cacique Calfucurá de Salinas Blancas. Estos indígenas mantenían buenas relaciones con los de más allá de los Andes, desarrollando un activo comercio con la hacienda robada en las estancias argentinas.
Los indios trasandinos utilizaban el llamado "camino de los chilenos" que discurría entre los ríos Colorado y Negro y llegaba a Chile con escalas en los valles neuquinos y en la isla Choele Choel.
El Presidente D. F. Sarmiento pretendió ocupar Choele Choel para interrumpir dicho comercio, por lo que Calfucurá amenazó con desatar una guerra implacable contra el estado argentino; circunstancia ésta que hizo abandonar esa iniciativa.
Tampoco prosperó el proyecto que presentó el marino Luis Piedrabuena ante Sarmiento, y después ante Mitre, destinado a establecerse sobre el Estrecho en la bahía San Gregorio.
En la década de 1870 no había más población en la Patagonia argentina que Carmen de Patagones y las incipientes colonias galesas en Chubut.
Los tratados de paz, amistad, comercio y navegación suscriptos por la Argentina y Chile en 1826 y en 1856 habían enfatizado que el límite entre las dos naciones reconocía las posesiones de ambas al tiempo de separarse del dominio español (uti possidetis). Sin embargo, en 1869 las reclamaciones chilenas, -según el historiador Armando Braun Menéndez- abarcaban desde el río Negro, y en 1873 hasta el río Santa Cruz. Tres años más tarde (en 1876) "fuentes oficiales chilenas aseguraban estar en posesión tranquila de la Patagonia." 
La vigilancia en el "Camino de los chilenos" impidió el ingreso de aborígenes trasandinos pero los aborígenes argentinos de Calfurá continuaron robando hacienda y maloneando en estancias y poblados. 
Conociendo el incumplimiento de lo pactado con nuestros hermanos chilenos, me pregunto: - Si no se hubiera hecho esa cruel campaña para incorporar la Patagonia a la Argentina ¿de quién sería hoy ese territorio?      
        
(*) Director: Félix Luna; Secretaria de Redacción: María Sáenz Quesada; Historiadores: Hugo E. Bagnini, Elena Bonura, Antonio Eloy Brailovsky, Teresa Caballero, Bonifacio del Carril, Hebe Clementi, Roberto Cortés Conde, Carlos Alberto Floria, Pedro J. Frías, Ezequiel Gallo, Delfín Leocadio Garasa, Ciro René Lafón, Raúl Larra, Guillermo Magrassi, Rodolfo Martínez, Enrique Mario Mayochi, Marcelo Monserrat, José Pannetieri, Alberto de Paula, José María Peña, Syria Poletti, Isidoro J. Ruiz Moreno, Roberto Rusell, Horacio Sanguinetti, Félix Weimberg y Gregorio Weimberg.

                                                                     *

La crueldad de la oligarquía               La revista Viva del 2013 publicó un  
                                                                                                                   artículo de Felipe Piña basado en la
                                                                                                                   novela "Quilitito" de Carlos Ocantos.
                                                        
"Durante el gobierno de Nicolás Avellaneda, esas oligarquías denunciadas por Sarmiento comenzaron a debatir y planificar la solución del problema indígena
Su primera fase fue el avance y la consolidación de la frontera, emprendido por Adolfo Alsina, Ministro de Guerra y Marina entre octubre de 1874, y su muerte ocurrida en diciembre de 1877. La segunda fue la llamada Conquista del Desierto planificada y dirigida por el sucesor de Alsina en esa cartera y figura ascendente del ejército y la política nacional, el general Julio A. Roca.
No vamos a detallar aquí esa campaña, pero sí es necesario recordar un proceso que durante mucho tiempo fue silenciado: el de los miles de cautivas y cautivos que, tras la matanzas en los poblados indígenas, fueron llevados por el ejército de Roca a millares de kilómetros de sus tierras ancestrales y repartidos entre las oligarquías con las que estaba peleado Sarmiento.
Evidentemente fue bajo la influencia de quienes habitaban los territorios del sur, que el Ministro de Guerra de Avellaneda, el responsable, de la llamada Conquista del Desierto, General Julio Argentino Roca, quien puso en marcha la metodología. 
El diario El Nacional publicó: "Lo que hasta poco se hacía era inhumano, pues se les quitaba a las indígena sus hijos, en su presencia y sin piedad, regalarlos, a pesar de sus gritos, alaridos y súplicas, que hincadas con los brazos al cielo dirigían. 
Éste era el espectáculo: llegaba a aquel mercado humano, situado generalmente en el Retiro, todos lloraban su cruel cautiverio temblando de espanto [...]. 
La indiada se amontonaba pretendiendo defenderse, espantados de aquella refinada crueldad, que no concebían en su espíritu salvaje, cesaban por último de pedir piedad a quienes no se conmovían, y pedían a su Dios la salvación de sus hijos."
Recordemos que, según un informe oficial, sólo en los tres primeros meses de esa campaña, que se prolongaría casi cinco años más, 14.000 hombres, mujeres y niños fueron masacrados o tomados prisioneros. La suerte de los sobrevivientes fue su traslado, caminando encadenados, unos 1.400 kilómetros hasta los puertos de Bahía Blanca y Carmen de Patagones. A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta (Río Negro). De allí los sobrevivientes partían en larga y penosa travesía, cargada de horror para quienes desconocían el mar, el barco y los mareos, hacia el puerto de Buenos Aires. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.
Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenados por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio un grupo de militantes anarquistas al grito de "dignos, los bárbaros son los que les pusieron las cadenas", prorrumpió con emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y patriótico que se quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso desfile de la victoria.
Desde Buenos Aires se los llevó a la isla Martín García, convertida en uno de los primeros campos de concentración que registra la historia argentina.
Los que no murieron de hambre, frío y enfermedades, fueron trasladados a Buenos Aires, al Hotel de Inmigrantes (en ese momento el Asilo u Hotel de Inmigrantes ocupaba un sitio provisorio sobre parte de la Plaza San Martín, donde funcionó hasta 1882). Allí comenzó lo que un diario oficialista no tuvo prejuicio en titular "Entrega de indios".
En efecto, así lo anunciaba El Nacional, como una noticia suelta más: "Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia". 

                                                                          * * *                                         oscarpascaner.blogspot.com