martes, 27 de marzo de 2012

UNA HUMILDE CASITA DE BARRO

UNA HUMILDE CASITA DE BARRO                                     
                                                                                              Recreación de vivencias de mis ascendientes
                                                                                                               basado en relatos de familiares. 


La familia Pascaner se desilusionó al ver que las casitas de la Colonia Espíndola, a la que habían sido destinados por la Empresa Colonizadora del barón de Hirsch, eran ranchos con paredes de barro, techos de paja y como piso, suelo con pasto y yuyos.
- ¡¿Dos cuartos para diez personas?! -exclamó la esposa de Pascaner. 
- Es más que una carpa. -dijo su esposo- Servirá para resguardarnos de los fríos y las lluvias invernales. 
- El invierno comenzó el 21 de junio-afirmó Benjamín Gregorio- No hace tanto frío porque en Argentina, según nos dijeron en el Comité de Emigración, el clima es muy placentero todo el año; inviernos no muy fríos, y veranos no demasiado cálidos. 
- ¡A esos no los quiero! ¡Querían llevarte lejos de nosotros! -objetó su madre.
- Querida Lía -intervino su esposo- esa situación nos posibilitó negociar el servicio de intérprete de nuestro hijo a cambio de ser unos más de los que en un país lejano labrarán una parcela de tierra, que algún día será de su propiedad. -dijo su esposo.
- ¿Cómo fue que llegaron a ese entendimiento? 
- Nuestro hijo Benjamín, por buen estudiante en la Academia de Lenguas y Dialectos, recibió la propuesta de funcionarios del Comité de Emigración de Kischinev, de viajar con un grupo de emigrantes de países de Europa del Este para servir de intérprete
Benjamín les pidió que hablaran con sus padres, tú no quisiste participar de la charla con esos hombres. Nos explicaron, a Benjamín y a mí, el proyecto colonizador por el que se les entregaría una parcela de tierra y herramientas de labranza a cada jefe de familia para sacarlos de los países de Europa del Este, donde sus leyes restrictivas contra las minorías étnicas, les imposibilita trabajar para ganar el sustento familiar. 
Un rico barón, llamado Mauricio de Hirsch, ha donado una importante cantidad de dinero para llevar adelante un proyecto humanitario tendiente a devolverles la dignidad a esos que viven denigrados por las "Vremeya Právika" (Normas temporales). Con ese fin  ha comprado gran cantidad de tierras aptas para cultivar en un país llamado Argentina, donde se vive en paz y no discriminan a las etnias minoritarias.  
Fue tan creíble su exposición que me ilusioné con la idea de ser parte del grupo que iría a labrar la parcela de tierra que pagaría con el producto de su trabajo. 
Me bastó mirar a Benjamín para saber que sentíamos lo mismo. Por eso les dije:  
 - Nuestro hijo irá como intérprete con ese grupo a cambio de que nuestra familia reciba una parcela de tierra y los beneficios que recibirán esos emigrantes. 
Los señores llevaron nuestra propuesta al Comité de Colonización de Kischinev. 
Días después fuimos citados por dicho Comité y se nos dijo que nuestra familia sería colonizada en la Argentina conforme a lo establecido en el plan de colonización. 
Me pidieron los nombres y edades de cada cada integrante de nuestra familia para tramitar los pasaportes. Se sorprendieron cuando comprobaron que éramos diez. 
Ahora ¿entendés por qué debemos resignarnos a vivir apretados hasta que logremos tener algún dinero para ampliar y mejorar esta casita? 
- Sí, lo entiendo. ¡Pero es tan chica que no sé cómo nos arreglaremos!
- Madre... ¡Qué importa vivir incómodos en este país de leyes generosas! -apuntó su hijo Benjamín Gregorio-. Tanto, que su Presidente, Julio Argentino Roca, en 1881, al enterarse de los progroms contra familias judías, que causaron tantos muertos y heridos, robos de sus pertenencias, ultrajes e incendios de sus viviendas, en varias ciudades de Rusia, no sólo expresó telegráficamente su solidaridad con esa etnia minoritaria, "los invitó por decreto", a establecerse en la Argentina, asegurándoles que gozarán de todos los derechos que tienen sus ciudadanos.
- ¡Qué gesto tan noble!
- ¿Ves querida Lía por qué es preferible este ranchito en Argentina y no un palacio en algún país de Europa del Este? Aquí viviremos en paz, gozaremos de libertad para trabajar y nuestros hijos podrán estudiar, porque aquí la enseñanza es gratuita. 
Esto y muchas otras cosas agradables nos dijeron los del Comité de Emigración...

Pascaner calló al ver que un hombre montado a caballo, que precedía a una carreta entoldada, enfilaba hacia ellos. 
El hombre los saludó y les anunció:La Empresa Colonizadora les envía unas cosas.

Los dos hombres de la carreta procedieron a descargar varios bultos. 
Comenzaron por una jaula con seis gallinas y un gallo; siguieron con una bolsa con maíz quebrado, diez arbolitos frutales y otros tantos de sombra, una mesa, sillas, catres, artículos de almacén y limpieza, utensilios de cocina, una escoba, una pala ancha y otra de puntear, una azada, un rastrillo, un hacha, dos lámparas, un farol a kerosén, una lata con 20 litros de este combustible, una caja con semillas de huerta, un rollo de alambre liso y otro de alambre tejido, tirantes, postes, chapas acanaladas, una caja de carpintero, un serrucho, un martillo, una tenaza, clavos de distintos tamaños.

Pascaner firmó la copia de la larga lista de los artículos que integraron ess envío. 
El guía y los hombres de la carreta los saludaron deseándoles una buena vida.

Pascaner y sus dos hijos varones usaron las palas, la azada y el rastrillo para nivelar el camino de acceso y el suelo del rancho dejándolo de tierra alisada. 
Entre todos ayudaron a ubicar los escasos muebles, baúles y demás enseres. 

  - Papá, ¿puedes venir? -la voz de Ana le llegó a su padre desde el patio delantero; cuando llegó allí, seguido por Benjamín, vio al hombre con una vaca y su ternerito.  El hombre que vestía bombachas gauchas, camisa, pañuelo al cuello, sombrero y calzaba botas con sus cañas acordeonadas. 
 - ¡Güenas y santas! -exclamó- Soy el boyero de esta colonia. -silabeó lento, se llevó una mano a su pecho - Yo Cosmé García ¿y usted? 
 - Mi padre se llama Yisa Pascaner, -respondió Benjamín Gregorio en buen castellano y agregó: - Yo soy el mayor de sus dos hijos varones, ellas son mis hermanas, son cuatro, ésta es mi madre, aquellos mi abuelo y su hermana. Yo, Benjamín Gregorio, la que está acariciando el ternerito es Anita, una de mis hermanas.  
 - Me alegra que hable en criollo. Les traigo esta vaca con cría. ¿Saben ordeñar? 
 - Sí señor, sabemos ordeñar y hacer huerta, pero no arar ni sembrar trigo. 
 - Yo, Cosme García, el boyero de esta colonia, estoy pa´ ayudarlos en lo que sea. Esta vaca es mansa y güena lechera. Tendrán leche pa´ tomar y pa´ hacer quesos. 
Si no saben cómo hacerlos yo les enseño eso y también a arar, a sembrar y todo lo demás. Cuenten conmigo pa´ lo que sea. Con su permiso me me voy a retirar porque me quedan varias vacas con cría pa´ llevar a los demás colonos. Dispués les viá trair agua pa´ regar los arbolitos que están plantando. Aquí, en el potrero está la bomba. Ahí está mi rancho, si necesitan algo, me pegan un chiflido. ¡Ojalá se acomoden en este rancho, es chico pa´ tantos!
Al estrechar la mano de cada uno, tocó el ala del sombrero con su mano izquierda
  
Mauricio, el menor de los hijos, se ofreció a atar la vaca al tronco de un espinillo de las proximidades. Y tomó la soga sujeta a las guampas de la vaca. En cuando lo hizo 
el ternero se puso a mamar frenéticamente moviendo incesantemente su cola. 

Pascaner y su hijo mayor, ensimismados en su tarea de  cavar hoyos para plantar los arbolitos que les mandó la Empresa Colonizadora, no advirtieron a los dos señores que los observaban desde cierta distancia. Al hacer una pausa, Pascaner los vio. 
  - Señor Pascaner, venimos a darle posesión de su parcela de tierra; es la número 32. -dijo uno de ellos- Son cincuenta hectáreas, quinientos metros de frente por mil de fondo. El número está grabado a fuego en los cuatro mojones de quebracho que la señalizan. Su parcelas, por ser número par, está sobre el lado sur del camino de acceso a esta colonia, las impares están del lado norte. Le dejaremos un carro de cuatro ruedas, un aradito de mano, bolsas con semilla de trigo y otros elementos.  
El boyero le entregará dos bueyes cuando se decidan a abrir el primer surco, él se ofrecerá a darles una mano en esa tarea. Ya es época propicia para comenzar con la labranza, aquí se siembra en agosto. No les será fácil clavar la reja en este suelo nunca labrado; persista y logrará; en cuanto haga el primer surco, los siguientes le requerirán menor esfuerzo. La labranza de la tierra ennoblece a los hombres. 
  
Pascaner firmó el acta de toma de posesión de su parcela y el comprobante de haber recibido el carro, el aradito, las semillas y demás útiles.  Recibió una copia del mismo y, después de desearles éxito como agricultor, los visitantes se retiraron. 
No habían caminado dos metros cuando se detuvieron y, dándose vuelta expr esaron su beneplácito por verlo a él y a su hijo, trabajar con empeño. 
- Con gente así será exitoso el proyecto del barón. -dijo uno de ellos.
- Ojalá todos tengan la voluntad de este hombre y su hijo.
- ¡Ojalá!                          
- ¡Qué generoso es el barón de Hirsch! -exclamó la hija mayor.
Mauricio de Hirsch es un filántropo que destina parte de su fortuna para darnos la oportunidad de mostrarle al mundo que se puede eliminar la pobreza si les da a cada hombre las herramientas y los elementos necesarios para trabajar en un oficio en el que ganará con dignidad el sustento familiar.  Ya quedó demostrado en diversos países de Europa que las dádivas crearon mayor cantidad de ociosos y pedigüeños. 
Fomentar la cultura del trabajo dándoles materiales y herramientas para comenzar es la clave para la desocupación. Desde la antigüedad es conocido el concepto de que en vez de regalar pescados, es más positivo darles cañas con hilos y anzuelos para cada uno procure por sí mismo conseguir su comida
A la caída del sol Pascaner le dijo al menor de sus hijos, que lleve el ternero al corral de las aves para que no se tome toda la leche, así queda algo para nosotros. 
Dieron por finalizadas las tareas de ese día; se lavaron con el agua del balde y fueron al encuentro del resto de la familia.
Quedaron sorprendidos al ver todo ordenado.   
En la mesa estaba dispuesta la vajilla para la merienda y todo lucía prolijo gracias al trabajo de su esposa Lía y de sus hijas Sima, Sara y Anita.   
 - ¡Las felicito! -dijo Pascaner mirando con ternura a su esposa e hijas- Han hecho una excelente tarea. Ojalá que la primera cosecha alcance par hacer otra habitación.
  - ¡Y ojalá que aquí encontremos la paz y la libertad que tanto ansiamos.
 
           Así interpretó mi nieto Nicolás San Martín, la situación descripta.

                                                                                  * * *                            oscarpascaner.blogspot.com 

        Vivencias personales y otros relatos:  loscuentosdeoscarpascaner.blogspot.com.ar                                       

LLEGADA DE INMIGRANTES


LLEGAN INMIGRANTES A DOMÍNGUEZ                                                                             

Los inmigrantes del Orione llegaron al puerto de Buenos Aires el 20 de junio de 1894 donde los recibieron delegados de la Jewish Colonizaton Association, empresa de colonización agraria fundada por el barón Mauricio de Hirsch, basada en el plan de Willhelm Loewenthal, Director de Colonización de la República Argentina.
Después de asentar sus nombres en los registros de Inmigración se reembarcaron en vapores de la Compañía Mihanovich para ser trasladados hasta Concepción del Uruguay donde ascendieron al tren especial que los trasladaría a la Estación Gobernador Domínguez, departamento  Villaguay, de la Provincia de Entre Ríos. 
En carros contratados por la Empresa Colonizadora cargaron sus equipajes. 
Los inmigrantes caminaron tras esos carros los trescientos metros que había desde la estación Gobernador Domínguez hasta un galpón de un señor de apellido Patlis. 
(Aún se mantiene tal como era en aquel entonces en Avenida San Martín y Rivadavia). 

José Lieberman, en su libro “Tierra Soñada”, describe el   panorama que se presentó ante los ojos de esos inmigrantes
“En 1890, la región de Domínguez formaba parte del ilimitado latifundio que se extendía desde las selvas montieleras del río Gualeguay hasta las colonias agrícolas fundadas por Urquiza. 
Estrechos senderos se perdían entre la vegetación como señales de que allí había vida. En todas direcciones, hasta donde llegaba la vista, se veía la ondulada llanura.
A cierta distancia de la estación ferroviaria, entre la tupida vegetación, un enorme galpón de cinc acopiaba los productos de las cosechas de estancieros de la zona. 
De vez en cuando, al tranco de su caballo, pasaba silbando un gaucho.
Contaban los lugareños que un día ocurrió algo inusitado: de un tren especial bajaron centenares de hombres, mujeres y niños con valijas, baúles y cajones.
Formaban un conjunto novedoso.
Pronto se difundió la noticia y comenzaron a llegar hombres a caballo para observar a esos viajeros que hablaban un idioma desconocido, no dormían la siesta y casi no descansaban.
Y desde allí, de Domínguez, bajo la respetuosa mirada de los gauchos, partieron los inmigrantes hacia lo desconocido en carretas de enormes ruedas dispuestos a colonizar las tierras entrerrianas”.

Al amanecer del día siguiente el ruido de carretas y las voces de los conductores despertó a los inmigrantes.
Los Delegados de la Empresa Colonizadora del barón de Hirsch les hicieron saber que después del desayuno partirían hacia los parajes donde se establecerían.
Desayunaron té o café con galletas de campo. 
Cuatro carretas permanecían estacionadas frente a cada portón del lado Este del galpón en el que habían pasado la noche. Otras cuatro lo hicieron en el lado Oeste. Los Delegados iban nombrando a cada uno de los que, con su familia y sus bártulos debían ingresar en las carretas estacionadas junto a las altas veredas del galpón.   
Una a una, al completar su capacidad con inmigrantes y equipajes, se retiraban y se alineaban en la fila correspondiente a sus respectivos destinos. Cada conjunto era manejado por un guía montado a caballo. 
Los Delegados verificaban si los que ingresaban en las carreta eran los nominados.   
Al completarse cada contingente se les daba la orden de partir hacia su destino. 
En forma ordenada se iba realizando el operativo conforme a lo establecido.  
Los integrantes de la familia Pascaner ingresaron con su equipaje en una de las carretas entoldadas que integraría la caravana que los llevaría a Colonia Espíndola. 
Cuando el delegado pasó lista notó que faltaba el joven Benjamín Gregorio Pascaner, un vistazo sirvió para verlo despidiéndose de Fanny Niemitz, de la que se enamoró durante la travesía oceánica
La caravana de carretas entoldadas destinadas a Espíndola partió por la huella que llevaba hacia el Este. El toldo levantado en la parte posterior de la carreta les permitía apreciar la inmensidad de la llanura ondulada por suaves lomadas. 
Vacunos de largos cuernos puntiagudos pastaban entre árboles típicos de la región
Después de recorrer largo trecho hacia el Este vadeando mansos arroyuelos, la caravana de carretas en la que viajaba la familia Pascaner giró en ángulo recto hacia el norte donde se inclinó en demasía al bajar y al subir los barrancos que encajonan 
un arroyo.  La maestría del gaucho conductor evitó el vuelco. 
Desde su carreta observaron como las que la seguían corrieron el mismo riesgo; ninguna volcó por la habilidad y destreza de los gauchos que las guiaban. 
La caravana continuó con rumbo al norte pasando por el pueblo La Capilla. Después de un considerable trecho hacia el norte, la caravana desvió hacia la derecha donde 
recorrió un unos mil metros, donde giró a la izquierda por una calle en la que había modestas casitas con techos de paja a uno y otro lados de la calle. Algunas de las carretas se apartaban de la caravana y se detenían frente a una casita. La carretas en la que iba la familia Pascaner se detuvo unos metros más adelante. 
 - Pascaner, ésta es su vivienda. -dijo el guía. Su caballo caracoleó al sentir sujetas
las riendas. Su jinete levantó la mano saludándolos y partió hacia las otras carretas. 
El conductor y su ayudante acomodaron los bártulos del equipaje formando escalones para facilitar el descenso de los integrantes de la familia Pascaner. 

      Los inmigrantes viajaron en carretas hacia las colonias en lasque se harían agricultores.
    
         El barón Mauricio de Hirsch y su esposa Clara Bischofeim de Hisch donaron dos millones 
            de francos para iniciar el proyecto de colonización agraria en la República Argentina.



                                                                                                * * *                                    oscarpascaner.blogspot.com                                 

ENTRE RÍOS, TIERRA PRÓDIGA Y BRAVÍA

ENTRE RÍOS, TIERRA PRÓDIGA Y BRAVÍA
                                                                                           Por Enrique Mouliá y Eugenio Castelli 
                                                                                                        Compilados en “Antología Cultural del Litoral Argentino"                                                                                                                                   Edit. Nuevo Siglo y edit. Heroica

“Entre Ríos es un pedazo de tierra -según Sarmiento- regada con el esmero de un jardín. Entre Ríos, en 1820 era un territorio casi desierto; sólo junto a las corrientes que lo circundan con el engarce de los grandes ríos, se veía asomar por entre algún abra de los montes el rústico campanario de la aldea. 
      
Martiniano Leguizamón describe la selva de Montiel: 

"Surgió entonces otro muro más alto, más sombrío y más impenetrable que servía de vanguardia al pajonal. Era la selva ribereña (del río Gualeguay) con espesos matorrales de plantas rastreras, los tentáculos exuberantes de las lianas que se enredaban en los troncos de los grandes árboles. Había un punto, no obstante, que partiendo de una laguna circundaba los juncales, descubría un boquete en el monte, pero tan oculto en la maleza, que era necesario tener el ojo acostumbrado para encontrar la estrecha picada que los animales habían formado al bajar a la aguada. Por allí se escurría la luz, perdiéndose al fin en los laberintos del sendero, sin lograr su victoria contra las sombras de aquel monte de penumbras siniestras.           
Hacia el centro del vasto territorio. perdida entre esos bosques rumorosos, destacábase el rancherío de Rosario del Tala, especie de nido de montaraces que servía de paradero a los que se aventuraban a cruzar el camino que unía los dos núcleos mayores de población, la Bajada (Paraná) y el Arroyo de La China”. (Concepción del Uruguay).

Mouliá y Castelli describen el Entre Ríos de los años posteriores:

"Lo abrazan dos grandes ríos y lo cruzan más de dos mil corrientes de aguas serenas que se deslizan mansamente entre la fronda del bosque o desde la sima de las cuchillas. Corrientes de riego fecundo que se convierten en briosas correntadas que inundan, arrasan y son como un desborde de la tierra misma.
Tierra de vastas llanuras y de suaves colinas; llanuras que se extienden bajo un cielo y una atmósfera templada de ante trópico. Tierra de montes de árboles retorcidos y espinosos, donde crece el tala, se agiganta el ñandubay, y el feroz caranday prodiga sus flores bermejas. Montes como selvas donde se guarece el aguará; el zorzal y la calandria cantan su nostálgica canción.
Llanuras como pampa, donde se alternan la gramilla y el cardo con el maíz y el trigo. Campos rasos donde pasta el ganado y se destacan las manchas oscuras de sus estancias; campos arados donde florecen las colonias con sus viviendas como parvas y sus parvas como ranchos.
Tierra alegre, tierra fecunda y pródiga. Tierra, al decir de Marcos Sastre, del laurel y del mirlo, emblema de gloria y amor. Tierra donde el ímpetu es fruto de su propia entraña. Tierra que fue de indígenas irreductibles, gauchos indomables y guerrilleros heroicos. Terruño del arquetipo del matrero. Patria de Ramírez, el más grande y noble de los caudillos; de Urquiza, el Libertador. Cuna de Víctor Olegario Andrade, el poeta inmortal, y de Bernardo de Quiroz, el artista máximo. Tierra de criollos, promisión de gringos. Tierra favorecida con fertilidad regada con el esmero de un jardín. Suave como un valle, altiva como una montaña. Es una ínsula y es insular el temple de sus hombres y su tradición heroica.
¡Entre Ríos, tierra de ensueño; crisol de razas, cuna de libres!" 

                                                                 *

SÍMBOLOS DE ENTRE RÍOS

"El escudo entrerriano oval reedita al escudo de guerra de los antiguos griegos -dice el Profesor José Almara y agrega- Dos brazos, con las manos entrelazadas evocan a los que empuñaron las lanzas con las que lucharon por fidelidad a los ideales federalistas del bien común como lo son la unión, la justicia, la fraternidad, la lealtad, la grandeza y la fuerza. Esos brazos varoniles lo dividen en dos campos: uno rojo y el otro verde. El rojo, color de la flor del ceibo, típica de Entre Ríos, equivqle al federalismo de su pueblo. El verde representa el paisje de Entre Ríos con sus onduladas praderas y sus montes ariscos; es color de esperanza y socorro para los pobres. El cordón de la bordura recuerda a los primeros misioneros. Las ramas del laurel, evocan el ayuí, árbol aborigen que representa al auténtico habitante originario. En el campo superior, de color rojo, la estrella federal de plata, símbolo de paz, destaca su autonomía provincial, grandeza, luz, verdad, prudencia y la hidalga caballerosidad entrerriana. El sol de mayo de 1810 de la Nación Argentina, brilla en vivo esplendor en su campo color verde coronado por la leyenda: 

                                                         FEDERACIÓN, LIBERTAD Y FUERZA".
  
"La bandera vigente es la enseña creada por Manuel Belgrano con el agregado de una franja en diagonal de color rojo, color distintivo del auténtico federalismo defensora de las autonomías provinciales encabezada por Artigas y enarbolada por el caudillo entrerriano Eusebio Hereñú en contra del centralismo que pretendía ejercer el gobierno de Buenos Aires. -explica el Profesor José Almara, y continúa- Esa bandera la adoptó el sucesor de Hereñú, el caudillo Francisco Ramírez, como enseña de su bien entendida República de Entre Ríos, integrada por Misiones, Corrientes y Entre Ríos. Fue el pabellón victorioso enarbolado en la batalla de Cepeda, que concretó el Tratado de Pilar, donde se firmó el basamento de la organización republicana federal de nuestro país. Después de 1821, muerto el Supremo Entrerriano, fue sustituída por otra, pero el espíritu de la bandera creada por Manuel Belgrano, a la que se le agregó la roja franja federalista, quedó latente y resurgió como la auténtica bandera entrerriana manteniéndose palpitante ante cualquier intento de absorción del centralismo unitario que prevalece en nuestro sistema de gobierno contrariando el espíritu de nuestra Constitución Nacional".

                                                                * * *                                      oscarpascaner.blogspot.com

COMPAÑEROS DE VIAJE

COMPAÑEROS DE VIAJE                     

                                       Basado en relatos de Sara Niemitz, prima hermana de mi padre y de otros familiares.   

Los integrantes de la familia Pascaner se ubicaron en el salón de pasajeros del Orione. Los cuatro mayores y los dos hijos menores de Pascaner se instalaron en en dos largos bancos enfrentados. 
En dos bancos próximos, pasillo mediante, se sentaron los cuatro hijos mayores de Pascaner, Benjamín Gregorio y tres de sus hermanas.  
En los cuatro lugares disponibles se sentaron dos muchachos y dos chicas después de preguntar si los podían ocupar.  
  - Tú eres el traductor. 
  - Si, hablé con ustedes. Son hermanos y viajan sin sus padres ni otros familiares. 
  - Así es, soy Salomón Niemitz, mi hermano Julio y mis hermanas María y Fanny.      -   - Mis hermanas son Sima, Ana y Fanny; soy Benjamín Gregorio Pascaner. 
Al estrecharse las manos se entrecruzaron los brazos que los hizo reir.
  - ¿Fueron convocados por el Comité de Emigración? -preguntó Sima a Salomón.
  - Nos anotamos sin convicción porque entendíamos que era sólo para judíos rusos, pero sin hacernos preguntas nos entregaron las tarjetas de embarque. Agradecimos y salimos enseguida, antes que nos hagan preguntas que no sabríamos responder.
   - Y ustedes ¿tuvieron dificultad en el Comité de Emigración?
  - Nosotros habitábamos en la región del Principado de Moldavia, donde mi hermano Benjamín estudiaba idiomas y cultura general. Un día se le presentaron dos hombres del Comité de Emigración y le hicieron la oferta de ir como traductor con un contingente que iría a la Argentina. Mi hermano les propuso hablar con su padre. Mantuvieron larga conversación explicándoles a nuestro padre y al abuelo en qué consistía el proyecto de Colonización Agraria de la Jewish Colonization Association.   - Creo haber entendido -dijo mi padre- que cada familia recibirá una parcela de tierra de labranza, las herramientas y otras ayudas para trabajar como agricultores.
  - Así es, el barón de Hirsch ha donado una gran cantidad de dinero para ese fin. 
 - Bueno. Mi hijo irá como traductor si nuestra familia es colonizada en Argentina en las mismas condiciones. Tomaron nota de los integrantes de nuestra familia; al saber que éramos diez personas dijeron que debían consultarlo con las autoridades del Comité de Emigración. Días después  nos hicieron saber que aceptaban. ¿Y ustedes?
- Al enterarnos que reclutaban a familias judías de Rusia, Lituania, Estonia, Ucrania, Letonia, Polonia, Crimea y de otros países menos conocidos nos aprendimos las festividades judías, pero no los rezos por si las preguntaban. 

El Orione anunció su partida con cortas y repetidas pitadas.
Minutos después inició la navegación por el Mar Negro. 
Los integrantes de ese grupo se trataban como si hubieran sido amigos. 
El Orione ingresó en el estrecho del Bósforo, que separa Europa de Asia. Los ocho jóvenes subieron a cubierta para contemplar las colosales formaciones rocosas que lo encajonan hasta su salida en el mar de Mármara. 
Nuevamente subieron a cubierta cuando la nave entró en el estrecho de los Dardanelos frente a la península Balcánica. 
Al sali de ese estrecho la nave ingresó en el mar Egeo  de intenso color azul con islas que formaban archipiélagos de increíble belleza. Benjamín fue en busca de su familia para decirles que debían ir a cubierta para ver ese panorama de increíble belleza.
- Papá, mamá, Benjamín… -exclamó Mauricio de once años - ¡Ayúdenme a mirar!
El niño consideraba que sus ojos no tenían suficiente capacidad para captar toda la amplitud y magnificencia de esa vista en toda su inmensidad.    
Los ocho jóvenes se encontraban en cubierta cuando la nave ingresó al estrecho de los Dardanelos y se encontraban allí cuando salió al mar de Mármara       
Mientras navegaban por el Mediterráneo observaron un pez de gran tamaño que nadó durante un largo trecho junto a la nave
El grupo de amigos preferían estar en cubierta observando el panorama de agua y cielo, donde, ocasionalmente algún pez volador salía del agua escapando a la voracidad de algún pez depredador y terminaba en el pico de una gaviota. 
Se hallaban en cubierta cuando a la distancia divisaron tierra a babor y estribor. 
- Nos acercamos al estrecho de Gibraltar, esa es España y esa África. -dijo Benjamín Gregorio, los otros asintieron. Calcularon que de una costa a otra no habría más de quince kilómetros. El Orione navegó por el estrecho de Gibraltar tan cerca de la costa española que vieron monos beduinos sentados en las rocas. 
La nave atracó en el puerto de Santa Cruz de Tenerife de las islas Canarias.
Mientras los pasajeros observaban como una decena de hombres cargaban  en la nave abastecimientos cinco chicos se acercaron nadando al barco solicitando a los pasajeros que arrojen monedas al mar. Las límpidas aguas posibilitó verlas cómo cayeron al lecho oceánico. Los niños nadadores hicieron unas coordinadas piruetas acrobáticas y se sumergieron simultáneamente. Al llegar al fondo recogieron las monedas; al emerger recibieron un nutrido aplauso. Los chicos saludaron y nadaron hasta la orilla. 
La nave hizo sonar la sirena como saludo y retomó la navegación por el Atlántico.
Tal como lo venía haciendo desde el primer día los horarios de las comidas se anunciaban con una sucesión de cortas pitadas. Los viajeros pasaban por la cocina y retiraban sus comidas elaboradas con pollo, carne bovina, pescado, fideos, pastas rellenas, arroz, papas, sardinas, tomates, zanahorias, zapallos y frutas. 
Los desayunos y meriendas eran té o café, galletitas, queso y dulce.

Poco después de la medianoche del 20 de junio de 1894, después de cuarenta días de navegación, el Orione ingresó al Río de La Plata. La intensa niebla hizo que la nave se desplace lentamente haciendo sonar la sirena cada tres minutos. 
Amanecía cuando se oyó a la tripulación trabajar en tareas de amarre.
Al promediar la mañana comenzó a disiparse la niebla, se autorizó a los pasajeros para subir a cubierta desde allí vieron la silueta de la ciudad de Buenos Aires, capital de la “ Nueva Patria”.  
Delegados de la Empresa Colonizadora del barón de Hirsch se ofrecieron para traducir al castellano los nombres de los pasaportes escritos con caracteres cirílicos del abecedario ruso. Los funcionarios de Inmigración desecharon el ofrecimiento y los registraron como lo pronunciaban. 
A mi tatarabuelo Loewenthal, a su hermana María Loewenthal y a mi bisabuela Lea Loewenthal de Pascaner quedaron registrados Levental en vez de Loewenthal. A dos de los cuatro hermanos Niemitz, los registraron como Niemes.  



                                                                    * * *                                  oscarpascaner.blogspot.com